La brecha terapéutica es la diferencia
que hay entre el número de personas que sufren de un trastorno mental y el
número de ellos que acuden a tratamiento. Esta brecha es considerable: La
encuesta mundial de salud mental de la OMS encontró que en países desarrollados
entre 35.5% a 50.3% de los casos de trastorno mental severo no acudían a
tratamiento en los 12 meses anteriores(1). Esta cifra es de 76.3% a
85.4% en países en desarrollo, mientras que en Colombia solo el 5% de los casos
severos consultaron a un psiquiatra(2). La demora en buscar ayuda para problemas mentales se suma al
problema y va de 6 a 10 años desde el inicio de los síntomas para muchas
condiciones comunes como depresión y pánico.
Sin embargo, decir que una cuarta de la
población del mundo sufre de un trastorno mental y que solo un 10 o 20% de
ellos reciben tratamiento es una afirmación que debe ponerse en un
contexto. En la entrada anterior ya se
habló del tema de diagnóstico y cómo definir quienes padecen o no de una
enfermedad mental. Ahora plantearemos
nuevos aspectos para ayudar a entender mejor esta brecha terapéutica.
Necesitar ayuda no es lo mismo que
necesitar tratamiento especializado en salud mental. Resulta curioso que se peca en los dos
extremos: primero, cuando se dice que estas personas no reciben tratamiento se
está desconociendo que muchas probablemente buscan ayuda en su
entorno: a través de relaciones interpersonales, haciendo ejercicio, buscando
maneras de manejar el estrés, tal vez haciendo yoga o meditación. Pero en el otro extremo, cuando se mide
tratamiento se es también demasiado laxo, pues en ocasiones haber consultado
una vez a algún profesional califica como acceso al tratamiento. Y para la
mayoría de los casos de trastornos severos, una cita no es tratamiento.
La proporción de personas con problemas
mentales que no reciben tratamiento se conoce como la necesidad no
satisfecha. Sería similar al número de
personas con una enfermedad crónica que no están siendo tratados, como el caso
de HIV sida o de hipertensión arterial.
Para entender la brecha y la necesidad no
satisfecha en salud mental hay que partir del hecho de que la enfermedad no es
solo un fenómeno biológico sino también un concepto social, lo cual se aplica
para todas las enfermedades, solo que es más notorio para los trastornos
mentales. Muchas personas pueden sentir
algunos síntomas pero desconocer que padecen una enfermedad, o sentir malestar
significativo pero no saber a dónde acudir en busca de ayuda. Otras personas ni creen que padecen problemas
y menos piensan en buscar ayuda, como en algunas personas con psicosis, quienes
con frecuencia acceden a tratamiento en contra de su voluntad, o solo gracias a
una presión intensa de su entorno social.
Lo primero, entonces, son los factores que
influyen para caracterizar un problema como una enfermedad que necesita
tratamiento ya que existe gran variación individual en la respuesta al malestar
que ocasiona los síntomas.
El problema identificado como enfermedad: factores asociados
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- Visibilidad, frecuencia, cronicidad de los síntomas.
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- Gravedad percibida del problema.
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- Disrupción del funcionamiento social.
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- Conocimiento, supuestos culturales y
explicaciones alternativas del problema.
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- Necesidades conflictivas o
contradictorias.
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- Disponibilidad del tratamiento.
|
(Mechanic,
D.(3,4))
Los factores anteriores explican porqué
en unos casos las personas pueden pasar años sin consultar (o nunca hacerlo) o
por el contrario contactar los servicios de salud con poca demora.
Una vez identificado el problema como un
asunto médico, se espera que la persona asuma el rol de enfermo, con lo cual
tiene ciertos derechos (incapacidad) pero también ciertas responsabilidades.
Debe aceptar su rol de enfermo y buscar y seguir un tratamiento con el objetivo
de una curación. Para el caso de los
trastornos mentales y otras enfermedades crónicas todo esto es cuando menos
problemático, y el problema de la adherencia al tratamiento es significativo.
Las redes sociales juegan un papel
importante en el proceso de determinar que un problema debe ser tratado por
servicios de salud. Por ejemplo, es raro
que una persona consulte específicamente a un psicoanalista a no ser que en su
red social exista conocimiento del psicoanálisis y personas conocidas que participen
de él.
En conclusión: los factores que llevan a
que una persona consulte a un servicio de salud mental parte de la
identificación del mismo como un asunto de salud mental, en el cual intervienen
factores como el tipo de síntoma o problema, su intensidad y grado de
compromiso en roles sociales, características personales, factores familiares y
culturales, y redes sociales.(5)
Referencias
1. Demyttenaere
K, Bruffaerts R, Posada-Villa J, Gasquet I, Kovess V, Lepine JP, et al.
Prevalence, severity, and unmet need for treatment of mental disorders in the
World Health Organization World Mental Health Surveys. JAMA. American Medical
Association; 2004 Jun 2;291(21):2581–90.
2. Ministerio de la Protección Social.
Estudio Nacional de Salud Mental-Colombia 2003.
3. Mechanic D, Affairs H, Hope P, Road OG,
Health TP. Is The Prevalence Of Mental Disorders A Good Measure Of The Need For
Services? Health Aff. 2003 Sep 1;22(5):8–20.
4. Mojtabai R, Eaton WW, K MP. Pathways to
Care: Need, Attitudes, Barriers. In: Eaton WW, editor. Public Mental Health.
Oxford University Press; 2012.
5. Pescosolido BA, Olafsdottir S. Beyond
dichotomies: confronting the complexity of how and why individuals come or do
not come to mental health care. World Psychiatry. 2013 Oct;12(3):269–71.