5/20/2015

Trastorno mental, recuperación y esperanza.


El concepto de recuperación en los trastornos mentales mentales severos (esquizofrenia y algunos casos de trastorno bipolar y de depresión) es relativamente reciente.  Su origen está en los pacientes mismos, quienes recogieron algunos principios de la cultura de los consumidores o de los clientes y en cierto sentido se opusieron a los pronósticos tradicionales comunes entre psiquiatras. También confluyen en él algunas de las ideas de la anti psiquiatría de la década de los sesentas.

En palabras de Patricia Deegan(1), una de las representantes más notorias de este movimiento, lo que se trata de evitar es “la condena al fracaso”.  Deegan cuenta de una paciente que luego de haber sido hospitalizada por episodios psicóticos severos, pasó largo tiempo en su habitación fumando de manera compulsiva, viendo televisión, y con muy escasa vida social.  Para los profesionales tratantes, era una “buena paciente” y aún un buen caso: tenía adherencia al tratamiento y se evitaban los reingresos a hospitales.  El mensaje era que tenía un buen desenlace y que mejor olvidara sus planes de finalizar una carrera y tener una vida profesional satisfactoria.  Con el tiempo, la paciente probó que el pronóstico de condena al fracaso estaba errado.

La tradición psiquiátrica, al menos desde Kraepelin, definía y clasificaba los casos de esquizofrenia por el deterioro que consideraba inevitable[1].  Dicho deterioro se refiere a una pérdida progresiva de capacidades, incluyendo la motivación, las relaciones interpersonales y la posibilidad de una rango amplio de emociones.  Esto llevaría a un horizonte de escaso o nulo logros académicos o profesionales y está implícita en el nombre “demencia precoz” que Kraepelin le dio a la esquizofrenia.
Sin embargo, numerosos estudios han mostrado que un porcentaje importante de pacientes con diagnóstico de trastorno mental severo no sigue un curso inevitable de deterioro progresivo, sino que logran una evolución estable con un buen nivel de funcionamiento.

El concepto de recuperación, sin embargo, se ha empleado de diferentes maneras(2).  En ocasiones se entiende como un desenlace que significa la ausencia o reducción de síntomas y la capacidad para trabajar, estudiar y llevar un papel activo en la comunidad. En un segundo sentido implica una visión más subjetiva: la posibilidad de llevar una vida con sentido pleno para la persona alcanzando las metas que se propone.  Una manera sencilla de definir recuperación es ser capaz de llevar la vida diaria de manera plena y auto dirigida. Un tercer sentido hace hincapié en lo valores que deben guiar el sistema de atención y las políticas de salud mental.

Diez componentes fundamentales del modelo de recuperación*
- Auto dirección
- Individualizado
- Centrado en la persona
- Empoderamiento
- Holístico
- No lineal
- Basado en fortalezas
- Apoyo por pares
- Respeto
- Responsabilidad
- Esperanza
* 2004, Agencia de servicios de salud mental y abuso de sustancias de los Estados Unidos (SAMHSA), tomado de Braslow (2).

 Hablar de recuperación no implica hablar de curación, sino de una forma de sobrellevar las dificultades propias de los problemas producidos por el trastorno mental.

También hay posiciones más extremas en el campo de quienes abogan por la recuperación, como colocar todo el peso y  la responsabilidad tanto de la enfermedad como de la recuperación solo en el aspecto social.  Sin llegar a dogmatismos, el modelo de recuperación implica preguntar cómo de puede diseñar e implementar un sistema de salud que contenga los elementos propicios para la recuperación.

Se entiende entonces que la recuperación implica la esperanza.  Ahora bien, cabe preguntarse si no hay falsas esperanzas, o si hay algún límite en las esperanzas que se le pueden ofrecer o reforzar a alguien con un trastorno mental severo. Esta es la pregunta que se hace Corrigan(3), un investigador conocido sobre todo por sus trabajos sobre el estigma.

La esperanza de un comienzo nuevo, y de una manera radicalmente diferente de entender y de brindar la atención en salud mental debe ser balanceada, realista, y no llevar a falsas esperanzar.  Para empezar, como argumenta Braslow (2), la nueva visión de la recuperación en ocasiones pinta el pasado como una época en que no se buscaba la recuperación de los pacientes, cosa que no siempre fue cierta. Incluso el modelo institucional incluía algunas prácticas o visiones que buscaban fomentar la autonomía de los pacientes.  Y desde otra orilla, el psicoanálisis buscó un forma de tratamiento en el cual la mejoría o curación solo era posible empleando las capacidad personales. 

La esperanza es un elemento central en toda empresa terapéutica, un factor de motivación que permite a las personas perseverar a pesar de lo que parecen ser obstáculos infranqueables.  Un delicado balance logra mantener la esperanza en poder mejorar algo de la realidad actual sin ofreces falsas promesas. La esperanza tiene beneficios clínicos, promueve la participación del paciente en el tratamiento y en otras actividades, fomenta un sentimiento de bienestar, contrarresta el pesimismo depresivo y mejora la calidad de vida (3).

Pero también existen esperanzas irrealistas y contraproducentes: por ejemplo, insistiendo en opciones de curación que no son eficaces, creando falsas expectativas, negando los límites de los que una persona puede alcanzar.  Las falsas promesas que se alimentan de la esperanza y de la negación han sido fuente de abusos y engaños.

En resumen: El concepto de recuperación lleva a replantear los objetivos del tratamiento y el funcionamiento de los sistemas de atención en salud mental.  Su dimensión subjetiva es a la vez una ventaja y un riesgo, ya que lleva a una participación más activa y optimista de los pacientes y sus familias, pero puede ser difícil a la hora de una evaluación rigurosa.

Referencias

1.        Deegan PE. Recovery: The lived experience of rehabilitation. Psychosoc Rehabiltation J. 1988;9(4):11–9.
2.        Braslow JT. The manufacture of recovery. Annu Rev Clin Psychol. 2013;9(December):781–809.
3.        Corrigan PW. Can there be false hope in recovery? Br J Psychiatry. 2014 Dec 1;205(6):423–4.
4.        Hopper K. Rethinking social recovery in schizophrenia: what a capabilities approach might offer. Soc Sci Med. 2007 Sep;65(5):868–79.


[1] La tradición psiquiátrica entronizó esta versión pesimista, cuando en realidad Kraepelin anotó que había “mejoría real” en el 26% de los casos, la mitad de los cuales lograban una recuperación completa.  Bleuler, por su parte, también habló de recuperación pero implicando que los pacientes ajustaban (disminuían) sus expectativas como una forma de adaptación.  Manfred, hijo de Bleuler, fue quien en realidad aobogó por un modelo más elaborado de recuperación.  El Estudio piloto internacional sobre esquizofrenia de la OMS en los setentas confirmó la realidad de un porcentaje importante con buenos desenlaces (Hopper, op.cit.).