Dos estudios recientes sobre salud mental
y trabajo permiten entender mejor otro elemento clave que enlaza las
condiciones psicosociales con la salud mental poblacional.
El primero, un estudio longitudinal en
Suecia con una muestra de 6275 personas concluye que hay una asociación entre
las amenazas de despido en el trabajo (inseguridad
labora) y síntomas de depresión mayor, sobre todo cuando estas amenazas son
recurrentes(1). Los datos sobre
condiciones laborales y salud mental en Europa sugieren que un 4.5% de la carga
de enfermedad por trastornos mentales se
pueden atribuir a la inseguridad laboral. Dada la alta carga de enfermedad de los
trastornos mentales este porcentaje es significativo: además, es prevenible, al
menos teóricamente.
Si bien el diseño longitudinal da mayor
validez a la posible relación causal entre inseguridad laboral y depresión, no
se puede desechar por completo la posibilidad de una “causalidad inversa.” En efecto, es posible que quienes presentan
síntomas depresivos perciban mayores amenazas laborales comparados con quienes
no tienen síntomas depresivos.
Siendo que los desenlaces en salud mental
(en este caso la presencia de síntomas depresivos) son casi siempre debidos a
causas múltiples, es importante identificar los factores de riesgo. Las
condiciones laborales pueden mejorarse de modo que se eviten riesgos para la
salud mental mediante un enfoque preventivo, sumado a intervenciones de apoyo
terapéutico para aquellos trabajadores que ya presentan algunos síntomas
depresivos.
El segundo estudio llevado a cabo en
Noruega examina la efectividad de un programa de apoyo laboral y terapia
cognitiva enfocada en el trabajo comparada con el tratamiento usual para
personas que tienen dificultades laborales relacionadas a trastornos mentales
comunes(2). Los participantes fueron
personas que tenían incapacidad laboral, alto riesgo de incapacidad laboral, o
que ya estaban con discapacidad. El
desenlace principal fue la participación laboral a los 13 meses, mientras que
la calidad de vida y los cambios en la salud mental fueron los desenlaces
secundarios.
Los resultados muestran que la intervención
con terapia cognitiva enfocada en el trabajo junto con apoyo laboral individual
resultan en una mayor participación laboral y conservación de los puestos de
trabajo. Lo efectos fueron aún mayores
para quienes contaban ya con beneficios por incapacidad laboral.
Estos dos estudios confirman la
importancia de incluir la dimensión laboral en el manejo de los trastornos
mentales y en la prevención mediante intervenciones centradas en el
trabajo. Es necesario realizar estudios
similares en países como Colombia, donde la inseguridad laboral puede ser
mayor, e identificar los elementos que relacionan la salud mental con las
condiciones laborales.
El costo económico por pérdida de la
productividad en depresión es considerable, y es posible establecer programas
preventivos y terapéuticos para reducir el impacto negativo de los trastornos
mentales. Intervenciones como la
inclusión laboral (Individual Placement and
Support (IPS) en inglés)(3) para personas con trastornos mentales más severos cuenta con una
muy buena evidencia sobre su efectividad.
En Colombia, si bien la ley de salud mental estipula el derecho a la
inclusión laboral, estos programas aún no han sido implementados de manera
rigurosa.
Referencias:
1. Magnusson Hanson LL,
Chungkham HS, Ferrie J, Sverke M. Threats of dismissal and symptoms of major
depression: a study using repeat measures in the Swedish working population. J
Epidemiol Community Health. 2015 Oct 1;69(10):963–9.
2. Reme SE, Grasdal AL, Løvvik
C, Lie SA, Øverland S. Work-focused cognitive-behavioural therapy and
individual job support to increase work participation in common mental
disorders: a randomised controlled multicentre trial. Occup Environ Med. 2015
Oct 1;72(10):745–52.
3. Bond GR, Drake RE, Becker
DR. Generalizability of the Individual Placement and Support (IPS) model of
supported employment outside the US. World Psychiatry. 2012 Feb;11(1):32–9.