11/25/2015

Condiciones laborales y salud mental




Dos estudios recientes sobre salud mental y trabajo permiten entender mejor otro elemento clave que enlaza las condiciones psicosociales con la salud mental poblacional.

El primero, un estudio longitudinal en Suecia con una muestra de 6275 personas concluye que hay una asociación entre las amenazas  de despido en el trabajo (inseguridad labora) y síntomas de depresión mayor, sobre todo cuando estas amenazas son recurrentes(1).  Los datos sobre condiciones laborales y salud mental en Europa sugieren que un 4.5% de la carga de enfermedad por trastornos mentales se  pueden atribuir a la inseguridad laboral.  Dada la alta carga de enfermedad de los trastornos mentales este porcentaje es significativo: además, es prevenible, al menos teóricamente.

Si bien el diseño longitudinal da mayor validez a la posible relación causal entre inseguridad laboral y depresión, no se puede desechar por completo la posibilidad de una “causalidad inversa.”  En efecto, es posible que quienes presentan síntomas depresivos perciban mayores amenazas laborales comparados con quienes no tienen síntomas depresivos.  

Siendo que los desenlaces en salud mental (en este caso la presencia de síntomas depresivos) son casi siempre debidos a causas múltiples, es importante identificar los factores de riesgo. Las condiciones laborales pueden mejorarse de modo que se eviten riesgos para la salud mental mediante un enfoque preventivo, sumado a intervenciones de apoyo terapéutico para aquellos trabajadores que ya presentan algunos síntomas depresivos.

El segundo estudio llevado a cabo en Noruega examina la efectividad de un programa de apoyo laboral y terapia cognitiva enfocada en el trabajo comparada con el tratamiento usual para personas que tienen dificultades laborales relacionadas a trastornos mentales comunes(2).   Los participantes fueron personas que tenían incapacidad laboral, alto riesgo de incapacidad laboral, o que ya estaban con discapacidad.  El desenlace principal fue la participación laboral a los 13 meses, mientras que la calidad de vida y los cambios en la salud mental fueron los desenlaces secundarios.

Los resultados muestran que la intervención con terapia cognitiva enfocada en el trabajo junto con apoyo laboral individual resultan en una mayor participación laboral y conservación de los puestos de trabajo.  Lo efectos fueron aún mayores para quienes contaban ya con beneficios por incapacidad laboral.

Estos dos estudios confirman la importancia de incluir la dimensión laboral en el manejo de los trastornos mentales y en la prevención mediante intervenciones centradas en el trabajo.  Es necesario realizar estudios similares en países como Colombia, donde la inseguridad laboral puede ser mayor, e identificar los elementos que relacionan la salud mental con las condiciones laborales.

El costo económico por pérdida de la productividad en depresión es considerable, y es posible establecer programas preventivos y terapéuticos para reducir el impacto negativo de los trastornos mentales.  Intervenciones como la inclusión laboral (Individual Placement and Support (IPS) en inglés)(3) para personas con trastornos mentales más severos cuenta con una muy buena evidencia sobre su efectividad.   En Colombia, si bien la ley de salud mental estipula el derecho a la inclusión laboral, estos programas aún no han sido implementados de manera rigurosa.

Referencias:
 
1.        Magnusson Hanson LL, Chungkham HS, Ferrie J, Sverke M. Threats of dismissal and symptoms of major depression: a study using repeat measures in the Swedish working population. J Epidemiol Community Health. 2015 Oct 1;69(10):963–9.

2.        Reme SE, Grasdal AL, Løvvik C, Lie SA, Øverland S. Work-focused cognitive-behavioural therapy and individual job support to increase work participation in common mental disorders: a randomised controlled multicentre trial. Occup Environ Med. 2015 Oct 1;72(10):745–52.

3.        Bond GR, Drake RE, Becker DR. Generalizability of the Individual Placement and Support (IPS) model of supported employment outside the US. World Psychiatry. 2012 Feb;11(1):32–9.